Conciencia moral y conciencia psicológica
La palabra conciencia (del latín conscire, conscientia, equivalente al
griego sin-eidos) significa un cierto saber juntamente con, o un conocer a la
vez. Hay que constatar la ambigüedad esencial que afecta a este término, ya que
la riqueza semántica que posee en el lenguaje ordinario cubre sólo en parte su
significación técnica.
Dos sentidos principales se han dado a la palabra:
1) Capacidad
que tiene el hombre no sólo de conocer objetos, ya sean externos (cosas) o
internos a él (estados interiores), sino de advertir que conoce.
2) Facultad de conocer el valor moral de los estados
interiores y de los actos que el hombre pone como propios.
La palabra conciencia, en general, designa el primer
sentido. Para significar el segundo se emplea la expresión conciencia moral.
Denominamos conciencia a algo sagrado existente en todo hombre y que
debe respetarse incondicionalmente; algo que es defendido también por la
constitución, aunque condenemos a fuertes penas a los que actúan en conciencia.
Unos tienen la conciencia por la voz de Dios en el hombre, otros como producto
de la educación, como interiorización de las normas dominantes, originariamente
exteriores. ¿Qué ocurre con la conciencia?
Hablar de conciencia es hablar de la dignidad del hombre, hablar de que
no es un caso particular de algo general, ni el ejemplar de un género, sino que
cada individuo como tal es ya una totalidad, es ya “lo universal”.
La conciencia es una exigencia de nosotros a nosotros mismos. Al causar
un daño, al herir u ofender a otro, me daño inmediatamente a mí mismo. Tengo,
como se dice, una mala conciencia.
La conciencia es la presencia de un criterio absoluto en un ser finito;
el anclaje de ese criterio en su estructura emocional. Por estar presente en el
hombre, gracias a ella y no por otra cosa, lo absoluto, lo general, lo
objetivo, hablamos de dignidad humana.
No hay conciencia sin disposición a formarla e informarla. Un médico
que no está al tanto de los avances de la medicina, actuará sin conciencia. Y
lo mismo quien cierra ojos y oídos a las observaciones de otros que le hacen
fijarse en aspectos de su proceder, que quizá él no ha notado. Sin tal disposición,
sólo en casos límite se podrá hablar de conciencia. Pero también el segundo
movimiento pertenece a la conciencia; por él, vuelve de nuevo el individuo a sí
mismo.
¿Lleva siempre razón la conciencia? Es lo que preguntábamos al
comienzo. ¿Hay que seguir siempre la conciencia? La conciencia no siempre tiene
razón. Lo mismo que nuestros cinco sentidos no siempre nos guían correctamente,
o lo mismo que nuestra razón no nos preserva de todos los errores. La
conciencia es en el hombre el órgano del bien y del mal; pero no es un oráculo.
Nos marca la dirección, nos permite superar las perspectivas de nuestro egoísmo
y mirar lo universal, lo que es recto en sí mismo. Pero para poder verlo
necesita de la reflexión de un conocimiento real, un conocimiento, si se puede
decir, que sea también moral. Lo cual significa: necesita una idea recta de la
jerarquía de valores que no esté deformada por la ideología.
Evolución histórica de la noción de conciencia
La conciencia como norma subjetiva de la moralidad
http://vimeo.com/28994600#at=0
Modalidades de la conciencia moral
Un caso de conciencia: 10 razones para dejar a tu novio
Otro caso de conciencia: fumar o no fumar
Fumar pudre tu cerebro
http://cnnespanol.cnn.com/2012/11/29/olvidate-del-mal-aliento-fumar-pudre-tu-cerebro/
Actividades:
1. Complete el cuadro sobre la evolución histórica de la noción de conciencia.
2. Para debate: ¿Un verdadero héroe debe recibir premios?
http://mexico.cnn.com/mundo/2012/11/28/cnnheroes-una-serie-que-premia-a-las-personas-que-cambian-al-mundo
Para nuestra reflexión
La causa que más mueve al corazón con el amor de Dios es considerar el amor que nos tiene este Señor... Más mueve al corazón el amor que los beneficios; porque el que hace a otro beneficio, dale algo de lo que tiene: más el que ama da a sí mismo con lo que tiene, sin que le quede nada por dar. (S. Juan de Avila)